Un día de diciembre cuando se ponen las cartillas de madera para vender figuritas para los belenes, allá que me fui dándome un bonito paseo cerca de donde yo vivo, me disponía hacia la catedral donde ponen estás casetas de madera.
Era por la tarde y pronto iba a anochecer, fui viendo los escaparates y me decía a mí misma, me gustaría que me regalasen un niño Jesús de los clásicos estilo antiguo, o un ángel, fui recorriendo los uno por uno, y viendo los precios de los niños, decidir, y me fui a ver los ángeles, cuando llegue al último están recorrí con la vista los que había. Señale a 3 de ellos me los pusieron delante y sus precios y me quedé pensativa, los tres me gustaban. Se me acerca alguien por detrás y me dice este es el más bonito, le di las gracias lo miré y me decidí a comprarlo.
Me dije a mí misma que tenía aspecto muy dulce como de un maestro. Lo compre me hice el recorrido a la inversa. Feliz como una perdiz, y dispuesta a esconder mi regalo iba destinado a mi comoda. La calle estaba vacía hacia el camino de vuelta. Al llegar a la altura de mi casa, había muchas gentes porque es zona de bares. De nuevo me encuentro a esa persona pero al verla por detrás. Me pareció que no tenía aspecto de ropa de este tiempo. Traje de pana celeste claro, y una especie de bolso atravesado a un lado como un Morraz iba cómo mirando un móvil. Y me quedé asustada. No supe decirle nada y le adelante donde ya entraba en mi casa. Pienso que fue un ángel. Ese mismo que yo llevaba. Mire para mis balcones estaba llena de emoción.