Actualmente, se hace mucho hincapié en el tema del estrés y su prevención, junto con sus implicaciones para la salud física, emocional y psicológica, y cómo impacta en los mundos de la industria y los negocios. Ahora hay una mayor conciencia del estrés en nuestra cultura y de lo que este desorden implica. Vamos a examinar de cerca las relaciones entre el cuerpo y su respuesta al estrés y la mente, y cómo se relaciona con el espíritu.
Habiendo sido médico y psiquiatra durante más de cincuenta años, he trabajado en los campos del psicoanálisis, la psicoterapia, los grupos de terapia y las psicodinámicas de las diversas escuelas. Además, he dedicado años a investigar el campo de la nutrición y su relación con la química cerebral, la enfermedad mental y las emociones, lo que dio como resultado el libro de texto Psiquiatría ortomolecular (del cual es coautor Linus Pauling, ganador de un Premio Nobel). También he investigado ampliamente y empleado las modalidades de la medicina alternativa que encontré beneficiosas. Durante los últimos treinta y cinco años he estado investigando la naturaleza de la conciencia misma y la aplicación de ese conocimiento a una comprensión de la espiritualidad. Un aspecto inherente a este campo de investigación es la relación entre cuerpo, mente y espíritu, y lo que esto realmente significa. ¿Se trata de algo científico que podamos verificar clínicamente, o se trata más bien de algún tipo de fantasía?
El estrés es el resultado de un punto de vista —de lo que tenemos en nuestra mente— y de nuestras actitudes y creencias. El estrés emocional se origina fundamentalmente dentro de nosotros y no procede exclusivamente del mundo. No existe tal cosa como el escapar del estrés, porque su fuente está dentro de nosotros y no en el mundo, como habitualmente se cree. Así, vamos a invertir el modo en el que la mente suele contemplar causa y efecto. Mediante la observación, uno puede ver que la «causa» no está en el mundo ni el «efecto» está en la mente, sino que es al revés. El nivel del poder, el nivel de la «causa», está en la mente, y esta produce nuestra experiencia de lo que ocurre en el mundo. Nuestro folclore sabe intuitivamente esto cuando dice: «Lo que para un hombre es carne, para otro es veneno». Esta cita contiene el secreto de lo que estamos diciendo. El poder no está en el suceso, ni en nada situado «ahí fuera». El poder de crear nuestra experiencia de todos los sucesos de la vida reside dentro de cada uno de nosotros. Así, al readueñarnos de nuestro poder podemos aprender a prevenir el estrés.
Existen métodos de eliminar el estrés en lugar de tener que tratarlo a posteriori. Los denominados programas de reducción del estrés que están disponibles actualmente en nuestra sociedad en realidad son métodos de gestionar los efectos del estrés una vez que ya ha ocurrido, como los programas de relajación diseñados para aliviar la tensión corporal. Se podría decir que en estos casos ya es demasiado tarde. Existen modos de hacer que la tensión no surja nunca en el cuerpo, lo que eliminaría la necesidad de buscar métodos para gestionar el estrés basados en el modelo médico.
Estrés y enfermedades del corazón
Hace algún tiempo, recibí un folleto titulado «Estrés y enfermedades del corazón», que presentaba todo un programa de creencias. Este artículo promocionaba la idea de que el estrés es algo que está «ahí fuera», que en realidad es algo inherente a la vida y que afecta al corazón, con todos los significados simbólicos que tiene para nosotros. Los diversos artículos del folleto hablaban de las enfermedades cardíacas y de que las consecuencias del estrés se reflejan en nuestra fisiología y se manifiestan en el cuerpo. Como todas las cosas, se experimentan dentro de la conciencia, es esencial volver a examinar la relación entre cuerpo, mente y espíritu.
Vamos a comentar cosas que podemos verificar a través de nuestra propia experiencia, junto con experiencias clínicas verificables derivadas del punto de vista de los científicos clínicos que solo creen aquello que puede ser repetido clínicamente y verificado mediante la experiencia interna.
Una característica del cuerpo es que es insensible, es decir, el cuerpo no es capaz de experimentarse a sí mismo. Esto significa que el brazo, por sí mismo, no puede experimentar su propia existencia o «brazoidad». Ni siquiera puede experimentar que «es», y mucho menos dónde está, cómo de grande es o qué está haciendo. ¿Cómo sabemos lo que está ocurriendo en el cuerpo? Lo sabemos únicamente por los sentidos. No experimentamos el cuerpo mismo, sino el informe que los sentidos nos remiten sobre el cuerpo. También hemos de indicar que los sentidos no tienen la capacidad de experimentarse a sí mismos. Por ejemplo, en el oído, las vibraciones que atraviesan el nervio auditivo y que estimulan la membrana del tímpano no pueden experimentarse a sí mismas como sonido.
¿Dónde tiene lugar la experiencia del cuerpo? Se registra en el cerebro, pero la conciencia ocurre en algo mayor que el cerebro mismo, en lo que llamamos «la mente». Gracias al campo energético de la mente, experimentamos el cerebro y el cuerpo. La mente misma, muy curiosamente, también carece de la capacidad de experimentarse a sí misma. Este es un pensamiento asombroso hasta que lo examinamos más de cerca. Vemos que un pensamiento, en y por sí mismo, no tiene la capacidad de experimentar su «pensamientoidad» (cualidad de pensamiento). Un recuerdo, en y por sí mismo, no tiene la capacidad de experimentar su «recuerdoidad» (cualidad de recuerdo).
Asimismo, una fantasía sobre el futuro tampoco tiene esa capacidad. La imaginación, las emociones, todo lo que ocurre en la mente solo es experimentado a causa de ese campo energético mayor que llamamos conciencia (consciousness). Es un campo energético que es más difuso, informe y capaz de experimentar el cambio, así como cualquier fenómeno. Únicamente debido a la conciencia (consciousness) somos capaces de saber lo que está ocurriendo en la mente y, gracias a la mente, somos conscientes de lo que está ocurriendo en las sensaciones. Debido a las sensaciones, somos conscientes de lo que está ocurriendo en el cuerpo físico.
Sin embargo, curiosamente, ni siquiera la conciencia (consciousness) misma puede informar de lo que está ocurriendo dentro de ella, excepto por un campo mayor que es infinito y sin dimensión llamado el conocimiento experiencial de la conciencia subjetiva (awareness). Debido a esta cualidad de la conciencia subjetiva (awareness) que acompaña a la existencia y al ser, somos capaces de ser conscientes. A partir de esa conciencia subjetiva (awareness), viene el conocimiento de lo que ocurre dentro de la conciencia (consciousness). La conciencia informa de lo que está ocurriendo dentro de la mente y la mente informa de lo que ocurre con las sensaciones corporales. Así, podemos ver que lo que somos, en su sentido más elevado y mayor, hace referencia a la capacidad de la conciencia subjetiva.
Toda experiencia está siendo experimentada únicamente dentro de la conciencia misma (consciousness). Por lo tanto, abordar directamente la fuente y el lugar de experimentación nos conducirá a tener la capacidad de eliminar las fuentes del estrés.
Como se describe en el capítulo 1 de El Ojo del Yo, el Mapa de la Conciencia es un modelo numérico basado en los campos energéticos y en los niveles de conciencia. Los campos energéticos calibran en función de su poder relativo y están etiquetados de acuerdo con la experiencia común del ser humano, por tanto, son muy fáciles de entender. Por ejemplo, en la parte más baja del cuadro está la «culpa» que, en su forma de autoodio, es una emoción negativa y destructiva. Desde la posición de la culpa, el mundo se ve como un lugar de sufrimiento. La culpabilidad tiene un campo de energía de 30. Los estados inferiores están cerca de la muerte, que calibra en cero. Si situamos la muerte en cero, alcanzar una conciencia suficientemente elevada para iluminarse calibra en 600 y por encima de esta cifra.
La culpa, la apatía, la pena, el temor, el deseo, la ira y el orgullo tienen campos de energía negativos que producen efectos adversos o destructivos y, por tanto, su número de calibración es bajo. Por ejemplo, la apatía, situada en 50, tiene mucha menos energía que el temor, que calibra en 100. El temor, situado en 100, tiene mucha menos energía que el coraje, que calibra en 200. El deseo, que calibra en 125, tiene menos energía que el estado que llamamos neutral (250), el estado de estar desapegado.66666
La calibración de los campos de energía puede ser replicada usando técnicas muy comunes, como las simples pruebas musculares que verifican las energías relativas y las direcciones de los campos. Estos campos calibran más bajo cuando uno tiene en mente un pensamiento iracundo, un pensamiento sobre algo que uno lamenta o con lo que se siente triste, o un pensamiento sobre algo que uno teme. Cuando se aplica la prueba al brazo de la persona que está teniendo uno de estos pensamientos, se debilita instantáneamente. Los hemisferios cerebrales se desincronizan, el sistema energético de los meridianos de acupuntura se desalinea, y la persona pierde instantáneamente poder y energía.
En el nivel del coraje, en el que se dice la verdad, el campo de energía asciende hacia lo positivo, hacia lo que sustenta y refuerza la vida. Es la energ/a de la vitalidad y está alineada con la integridad y la honestidad.
Cuando calibramos a los grandes maestros de sabiduría que han caminado por la Tierra, descubrimos que están en el nivel 600 y por encima. Los grandes avatares, los grandes salvadores de la humanidad y los grandes místicos y santos están en los campos de energía de los 700 y ascienden hasta los 1000. Se podría decir que la verdad comienza en el campo energético de los 200 y se expande en dirección ascendente hacia expresiones de amor y alineamientos con la verdad cada vez mayores. Es interesante comprobar que la salud sigue el mismo patrón.
Cuanto más ascendemos en nuestros campos energéticos, más saludables son nuestros cuerpos hasta que, finalmente, la vivacidad y el exquisito placer corporal producen alegría. En el nivel 540, el campo energético del amor incondicional y la curación, el cuerpo comienza a curarse de sus propias enfermedades, dependiendo de las tendencias inherentes así como de las limitaciones (por ejemplo, el karma individual y colectivo).
Con relación al estrés es esencial examinar las condiciones preexistentes dentro de la conciencia de la persona, que le han preparado para experimentar la vida de manera estresante. Es evidente que una persona que se ha identificado con las actitudes de un campo de experiencia marcado por la energía inferior experimenta un mundo que percibe como negativo. La persona que se identifica con el campo energético inferior de la desesperanza y la desesperación experimenta el mundo como desesperado, y todas las experiencias de vida van a estar coloreadas por esta expectativa.
Este texto está extraído del libro Curación y recuperación del Doctor David R Hawkins
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