En un Curso de Milagros se habla mucho de extender el amor. Este concepto me costó un poco de entender al principio. No entendía muy bien a qué se refería el curso cuando habla de extender el amor. Este concepto y muchos más no se acaban de entender si no van acompañados de una experiencia.
Creo que hay un dicho chino que dice «entender sin vivir es no entender». Lo mismo podríamos decir de muchísimos conceptos que se mencionan en el curso. Por eso dice que la teoría es universal pero la experiencia es particular. Hasta que no tuve una experiencia en el metro de Barcelona, que explico en mi libro, no acabé de entender muy bien qué significaba esto de extender el amor.
Cuando el curso habla de extender el amor se refiere a una capacidad de la mente alineada con el Espíritu Santo, en la que todo el mundo está incluído. Sería como una comunión en el amor y el perdón. El ego es un sistema de pensamiento, que cuando nos alineamos con él, nos convertimos en él aislándonos del resto de la humanidad-filiación. Como si nos pusiéramos un casco en la cabeza o nos aisláramos en una burbuja (protectora, nos vende el ego).
Esta burbuja, falsamente protectora, refuerza la creencia en que somos algo aislado que puede ser atacado o invadido. Que somos vulnerables, que somos un cuerpo y una personalidad, que puede ser atacada, que es real etc. etc. Que tenemos un territorio mental privado. Es normal pensar que si la personalidad y el cuerpo son asumidos como reales en algún lugar debo acabar yo y un poco más allá debe empezar el otro, o los demás.
Extender el amor es ni más ni menos que disolver esa frontera, disolver la barrera con la ayuda del Espíritu Santo, el Amor se extiende, se desparrama, porque es su naturaleza, el amor de Dios se le obsequió a su Hijo por extensión así que lo único que puede hacer es extenderse o desbordarse. Está en su naturaleza. El Amor, con mayúscula, es extensión. Y cuando uno tiene una experiencia entiende lo que significa el concepto de estado mental de extensión dónde toda la filiación está incluída.
Es un acto de compartir y de unión en nuestra mente, es un acto que nos hace recordar que somos uno en la mente con nuestro padre. Uno con nuestros hermanos. Como siempre, esto no quiere decir que tengamos que ir por ahí abrazando a todo el mundo ni invitar a todo el mundo a casa, recordemos que es un curso de entrenamiento mental, no es algo que se hace en el mundo.
Bueno, si queréis ir abrazando a todo el mundo por la calle el curso tampoco dice que no lo hagáis. 😁
David Portillo es el autor de La paz como elección La práctica de Un Curso de Milagros
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